El hogar del extraño

Íbamos medio corriendo, era demasiada distancia para hacer un sprint, pero si seguíamos a un ritmo lo suficientemente rápido. Jose iba delante librándose con la espada de los infectados que aparecían sin llamar la atención del resto, aunque si mirábamos atrás veíamos como iban saliendo de todos los sitios siguiendo nuestro rastro.

Finalmente llegamos donde estaba aquella sombra, era un hombre de más de 40 años, con una fuerte barba oscura, pero no parecía estar sucio, al menos tanto como nos cabriamos de esperar en esos tiempos. Estaba sobre un muro de unos 3 metros que separaba toda una vivienda. Nos tendió la manos y comenzamos a subir y bajar por el otro lado del muro. Parecía una casa unifamiliar sencilla, de una sola planta aunque muy dejada y con todos los cristales y puertas rotas.

[Desconocido] Venga, no os paréis si queréis vivir, hemos de salir de aquí cuanto antes. Acabarán rodeando el muro.

[Franch] pero no es seguro tras el muro?

[Desconocido] Seguro?, depende que es para ti seguro, pero por ahí detrás de la casa no hay ningún muro, tu mismo … Esto solo nos sirve para distraerlos mientras vamos a casa.

A casa, esas sencillas palabras de aquel que nos había salvado parecían oro. Tener algo a lo que llamar casa u hogar era todo un lujo. Nos hizo de nuevo una señal para que lo siguiéramos y comenzó a correr hacia uno de los lados de la casa. Al llegar a la parte de atrás efectivamente vimos que no había muros en la zona, y que por lo tanto no era justamente un sitio seguro aquella casa. Continuamos a marcha forzadas durante unos 10 minutos sin parar hasta que Silvia no pudo más.

[Desconocido] Están viniendo, no podemos parar, vamos!!!

Franch se puso a los hombros a Silvia como si de un saco se tratara y continuó corriendo como si tal cosa, su entrenamiento de militar se notaban en estas situaciones, donde el físico importaba realmente. Finalmente llegamos a lo que parecía ser la casa de nuestro salvador. Una casa rodeada de trailers de camiones pero sin ruedas que estaban pegados entre si y rodeando la casa. No parecía haber ninguna entrada visible a aquel inmenso muro de metal. En esos momento hizo un silbido y dio 3 golpes a uno de los trailers, y por arte de magia caía de uno de ellos unas escaleras de cuerda. El desconocido subió rápidamente por las escaleras y nos volvió a llamar la atención.

[Desconocido] Vamos, vamos… !! antes de que nos vean y vengan hacia aquí.

Subió José primero, y una vez arriba nos dio el ok. Subió Silvia, Franch y finalmente yo.

Ya por el otro lado tenían una especie de rampa hecha de madera para subir y bajar de los trailers y al fondo la casa unifamiliar junto a un pequeño garaje adyacente. Al lado del desconocido había otro hombre, esta vez más joven, de unos 20 años apuntandonos con un rifle de caza con firmeza. De otro lado de los trailers, aparecieron dos hombres más también con rifles apuntandonos. Mientras todos nosotros levantamos las manos a la espera de que dijeran algo.

[Desconocido] Ir entrando a la casa … hablaremos mejor dentro. Eh Marcos!, ha habido algún problema en el puti?

[Desconocido 2] Todo bien, estarán distraídos un par de días con la música, hasta que destrocen la minicadena o se acabe la batería. Me debes un CD por cierto…

[Desconocido] Ya hablaremos de ellos luego. Vosotros, para dentro de la casa, ya!!

No era momento de discutir ni de dar exigencias, así que todos entramos en la casa tal como nos solicitaron. Nada más entrar en la casa estábamos en un gran comedor con unas escaleras al lado que iban al piso de arriba. Habían hecho limpieza y apenas quedaban únicamente las sillas, mesas y sofás, nada de decoración o similar. Junto las escaleras estaba una puerta que conducía a un pequeño pasillo con 2 puertas.

[Desconocido] Esta bien!, os hemos salvado el culo… así que espero gratitud por vuestra parte. En principio ya estáis dejando todas vuestras armas en el suelo. Ya!
Todos miramos a Franch, él éra el militar y por lo tanto quién sabía qué hacer. Nos miró a todos y asintiendo comenzó a dejar sus armas, siguiéndolo el resto.

[Desconocido] Muy bien. Ahora tenemos que decidir qué hacemos con vosotros. Pero os aviso, si intentais algo, os dispararemos sin pensarlo, no queremos más saqueadores por aquí …

[Franch] No somos saqueadores, sólo estábamos de paso.

[Desconocido] De paso?, y hacia dónde demonios vais para estar de paso? Sois más en vuestro grupo?

[Franch] No, estamos solos, no hay nadie más.

[Desconocido] Pues a dónde narices íbais con tanta prisa y haciendo tanto ruido con ese camión? Os queréis suicidar o que?

[Franch] Pues a la costa …

Franch les contó todo lo referente a los supervivientes de Viella y como se fueron hacía Tenerife. Todo aquél grupo de supervivientes escuchaban incrédulos las explicaciones.

[Desconocido] Así que según vosotros hay gente viva en Tenerife y que os están esperando? Y esperáis que nos lo creamos? …

[Franch] Es verdad, podéis venir con nosotros si queréis … solo hemos de llegar a coger un barco y …

[Desconocido] Silencio!, ya he oído bastantes tonterías … está bien. Decid vuestros nombres, por lo menos sabremos cómo llamaros…

[Franch] Yo me llamo Franch, soy de Zaragoza. Ella es Silvia, mi pareja. Este es José, hermano de Silvia, y este es Inca, de Lleida.

[Voz femenina] Inca? Tu eres inca?. Conocistes a Andrés en un hotel de Lleida?

La voz venía de la parte de arriba de las escaleras, era una chica rubia, vestida con tejanos, una camisa y un rifle en sus manos.

[Inca] El médico? Si, nos encontramos en el hotel Ilerda ya hace muchas semanas. Lo conoces?

Bajó rápidamente la chica las escaleras y se me tiró fuertemente al cuello como si me conociera de toda la vida. Franch me miró extrañado, y yo no puede hacer más que devolverle el gesto de extrañeza, ya que no había visto a aquella chica nunca.

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